La continuación

La Cofradía ya existía como tal desde 1.937, pero sería en sus primeros años de vida, de gran actividad, cuando se iría forjando la verdadera imagen de la Cofradía y cuando ésta iría adquiriendo sus principales señas de identidad, señas que han llegado hasta nuestros días y que han hecho de la Cofradía de la Piedad una de las de más peso específico dentro de la Semana Santa Zaragozana.

Fue en 1.939 cuando se introdujo la novedad de la salida de un Vía crucis al finalizar la procesión y que debería discurrir por las típicas calles del barrio del «Boterón» y la «Magdalena». En seguida la Cofradía se integró con el barrio y el barrio admitió como suya la Cofradía. Tal es así que dado que en esa época estos dos barrios eran habitados principalmente por familias gitanas nuestra Cofradía pasó a ser conocida entre la población con el sobrenombre de «la Cofradía de los gitanos».

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En un principio se realizaban predicaciones en cada una de las catorce estaciones del Vía Crucis pero se consideró que éste se alargaba considerablemente por lo que optó por suprimir estos sermones y sustituirlos por cantos interpretados por un coro de Capilla. Para ello expresamente escribió las letras para un Vía Crucis cantado don Mariano Berdejo, mientras que el maestro Mingote compuso la música.

Fue también el maestro Mingote quien compuso la música para una pequeña banda compuesta por fagotes, chirimías y caja que durante muchos años acompañó la procesión. Con la incorporación de la sección de instrumentos propia de la Cofradía esta pequeña banda dejó de intervenir. La última vez que acompañó nuestros pasos en los desfiles procesionales fue en el año 1.986 con ocasión de la celebración del cincuentenario de la cofradía. Esta banda era conocida popularmente entre los hermanos de la cofradía como «los malditos». En los desfiles procesionales iban vestidos con el hábito de la cofradía, ceñido con un fajín en lugar del cíngulo, y cubiertos por un tercerol que se echaba hacia atrás, sin cubrir el rostro.

En 1.941 la Cofradía de Nuestra Señora de la Piedad se agregó a la Hermandad de Tierra Santa, siendo autorizada para añadir a su título primitivo la leyenda «…y del Santo Sepulcro», nombre con el que es conocida actualmente. Al año siguiente se añadió al escudo original de la Cofradía la Cruz Potenzada del Santo Sepulcro, configurándose así el escudo que portamos en la actualidad.
Ese mismo año, el 30 de marzo, la Cofradía llegó a un acuerdo con la Santa y Real Hermandad de Nuestra Señora del Refugio y Piedad de Zaragoza, por el que se le permitía portar en sus desfiles procesionales la imagen del Santo Cristo de la Piedad, que se venera en la Capilla de la Hermandad.

El hermano don Luis García Molins sustituyó el hacha de cera por una con bombilla y provista de pila eléctrica, siendo este sistema adoptado en el año 1.942 por el resto de los hermanos. En 1.943 se diseñó el hábito de los hermanos aspirantes en el que se sustituyó el capirote por el bonete español.

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Desde 1.940 la cofradía ayudó a las madres desvalidas a través de su Secretaría de Caridad, pero sería en 1.946 cuando se instituyó el acto del Ejercicio de la Piedad, que se desarrolla todos los Viernes Santos en la Iglesia de San Nicolás, minutos antes de comenzar el traslado de los pasos hasta la Iglesia de Santa Isabel, para incorporarse a la Procesión General del Santo Entierro. Este acto ha sufrido variaciones a lo largo de los años con el fin de adaptarse a los conceptos actuales de la caridad.

En 1.954 el gobernador civil de la provincia concedió a la Cofradía el privilegio de liberar a un preso, privilegio que se mantuvo hasta 1.965, volviéndose a restablecer en 1.994.

Fueron, como se ve, años de intensa actividad, años en los que se iba a «diseñar esta cofradía», sus elementos más característicos.

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Cofradía de Ntra. Sra. de la Piedad y del Sto. Sepulcro