Miércoles, 10 de mayo de 2023

El Real Zaragoza

Querido diario:

Me imagino que esto no te lo esperabas: ¡una historia de fútbol en un sitio como éste! Pero resulta, querido diario, que hoy es 10 de mayo. Una fecha que está indisolublemente unida a la historia de esta ciudad, al mejor y más feliz recuerdo para un zaragozano y un zaragocista, como soy yo. ¿Sabes a lo que me refiero, no? Te refresco la memoria, aunque me parece increíble tenerlo que hacer a estas alturas del partido. Allá voy: te cuento que en la noche del 10 de mayo de 1995 el tiempo quedó suspendido en el aire durante unos segundos. Cuando aquel sortilegio con final feliz concluyó, arrancó la leyenda zaragocista cosida eternamente al vuelo de aquel balón mágico que cruzaba el cielo estrellado de París hasta clavarse en nuestras almas blanquiazules -también en las redes de Seaman-, que ya siempre han latido al ritmo de la canción esa del Arde París. El obús teledirigido de Nayim destrozaba las aspiraciones del poderoso Arsenal y, de paso, elevaba al Real Zaragoza a la gloria. Te confieso hoy aquí, que desde entonces mis mejores sueños siempre suceden en una noche parisina de primavera en un parque lleno de príncipes vestidos de blanco y azul. Y te aseguro que para un zaragocista siempre es 10 de mayo, como hoy. Así que he creído que era un buen día para colarme aquí, hablarte un poco de fútbol, algo del Real Zaragoza y mucho de la Piedad. Tres asuntos que, aunque te parezca sorprendente, han estado íntimamente unidos a lo largo de los años.

Las intimidades entre dos de las instituciones más importantes de la ciudad viene de lejos. La Piedad o, mejor dicho, muchos hermanos de la Piedad fueron piezas claves en el Real Zaragoza. En su fundación, en su presidencia o en su consejo de administración, los nombres de los cofrades de la Piedad aparecen continuamente en los puestos más relevantes del club. No sólo eso, buceando un poco en la historia del fútbol aragonés encontramos nombres y apellidos de históricos piadosos, ya en aquellos tiempos en los que se trabajaba en la primera arquitectura de un deporte que con el paso de los años se convertiría en fenómeno de masas. Pues en ese contexto ya había gente de la Piedad y, lo cierto, es que en la estructura zaragocista rara es la etapa en la que no aparece algún hermano de la Piedad entre los habituales de las plantas nobles del Real Zaragoza.

Francisco Caballero Ibáñez saludando a los jugadores (imagen del Diario AS)

A las primeras de cambio te diré, por si no lo sabías, que dos cofrades de los nuestros han sido también presidentes de la entidad zaragocista. El primero fue don Francisco Caballero Ibáñez, que además de presi del Zaragoza (1941-1943) también fue alcalde de la ciudad. Ahí es nada. El segundo máximo mandatario blanquillo al que me refiero se llamaba don Antonio Mola Fuertes, que rigió los destinos del club durante un corto y convulso período en lo deportivo, del año 1945. No menos importante fueron los aportes de algunos de los hermanos que fueron directivos del club -que son muchísimos-, y que llegan desde los primeros tiempos hasta casi nuestros días. Ya desde los primeros fundadores, la unión con el Zaragoza es continua e ininterrumpida. Tanto, que sería complicado nombrarlos a todos y cada uno de ellos. Eso sí, algunos nombres resultan imprescindibles por su trascendencia en la historia de ambas instituciones. Como es el caso del hermano fundador don Pío Altolaguirre Añorga, que fue un importante directivo zaragocista, o don Juan Beltrán Ciércoles, hermano de don Fernando, nuestro primer fundador. Y abierta la veda ya podemos recordar a don José Villar Carreras, que además de directivo era dueño de un céntrico restaurante llamado Salduba, donde se reunían para comer jugadores, directivas y aficionados. O don Luis Sanz Fernández, que estuvo en varios consejos directivos y que aún tuvo tiempo de actuar como fundador de dos cofradías: la Piedad, en 1937 y la Entrada al año siguiente. O don Vicente Pamplona Liria, que era el mandamás entonces de lo que hoy conoceríamos como el estamento arbitral. Y por supuesto sería un error imperdonable pasar por alto a don Antonio Blasco del Cacho, que formó parte de la directiva zaragocista y fue Hermano Mayor de la Piedad.

Ángel Duque Beisty (derecha) junto al presidente Zalba (izquierda), en el palco de la Romareda.

La lista de piadosos zaragocistas se extiende y alarga conforme van pasando los años y las sucesivas directivas. Aquí una muestra para no hacerme demasiado pesado, aunque algunos nombres resultan conocidísimos en nuestras listas: don Ángel Escoriaza Castillón, don Julio Cebamanos Lapuente, don José Moliner Artal, don Lorenzo Cavero Salvo, don Luis Savirón Feliú, los hermanos don Eduardo y don Antonio Teixeira Gracianeta o don Mauricio Murillo Bailo y hasta nuestro fundador don Carmelo Zaldívar Arenzana, que repitió y repitió como integrante de varias directivas blanquillas. Un caso a tener en cuenta, por infrecuente, es el de un padre y un hijo, ambos significados cofrades de la Piedad, que también ocuparon puestos de responsabilidad en el club zaragozano. Se trata de don Ángel Duque Barragués, que acompañó a don Cesáreo Alierta durante su presidencia, y su hijo don Ángel Duque Beisty, que formó años después en la directiva de don Ángel Zalba. Y no quiero marcharme sin referirme cariñosamente a don Andrés Vitoria Ágreda, que antes de ser Hermano Mayor de la Piedad actuó muchos años como fiel consejero de la familia Soláns en los tiempos en los que ejercieron la propiedad del Real Zaragoza. Después llegó Agapito… pero cuando todo se nubla yo me aparto, cierro un momento los ojos y me acuerdo de aquella noche en el Parque de los Príncipes. Entonces me canto en voz bajita a mí mismo esa canción que representa todo lo que yo y todos los zaragocistas llevamos cosido en el corazón desde aquel otro 10 de mayo, en un día como el de hoy. Cuando fuimos reyes.

Presiento que me aguarda ya el final del tiempo gris.

Hoy he visto arder París sobre el fuego de tu espalda.

Arde París, arde París… 

Y en tu piel se quema el tiempo.

Arde París, arde París…

Conmigo dentro.

Andrés Vitoria, Hermano Mayor y Consejero del Real Zaragoza

Pd: Este diario de hoy, tan diferente, está construido desde el respeto y el amor irredento a mis grandes amores: la Piedad, que es mi vida; y el Real Zaragoza, el equipo de mi tierra. Y está escrito desde la admiración a esa gente de mi cofradía tan buena, tan inteligente, tan magnífica, que siempre estuvo en la primera línea a la hora de aportar lo mejor de su intelecto en el desarrollo de lo mejor de mi ciudad, fuese el ámbito que fuese. Eso es la Piedad, su auténtica esencia. De fuentes tan prolíficas hemos bebido siempre. Y, si me lo permitís, hoy 10 de mayo quiero dedicarle este diario a todos los que hicieron posible aquella noche parisina y todo lo que ha venido después, bueno y malo. Gracias por el orgullo. A quienes lo vivimos, a quienes lo vieron desde la grada, a quienes sintieron ese vuelo del balón desde su televisor o conectados a un aparato de radio y, sobre todo, a esos millones de zaragocistas que lo sueñan en sus cabezas aunque ni siquiera habían nacido aquel 10 de mayo de 1995. Siempre nos quedará París… y Nayim.

Nayim levantando la Recopa (imagen del Diario Marca)

Hasta pronto, querido diario.

(Continuará…)

Cofradía de Ntra. Sra. de la Piedad y del Sto. Sepulcro