Miércoles,1 de marzo de 2023

El Cumpleaños

Querido diario:

Te cuento que hoy empieza el mes de marzo, lo que en la cofradía de la Piedad significa algo más que arrancar una hoja del calendario. Porque, te cuento, resulta que cada 1 de marzo desde el año 1937 la Piedad cumple años. Así que en esta casa estamos hoy de celebración. ¡Cumplimos 86 años! Se dice pronto, pero me paro a pensar todos los años que han transcurrido desde aquel día o me planteo la cantidad de hermanos que han ido engrosando las listas desde aquellos de la primera hora o en los ya casi noventa desfiles por las calles de nuestra Zaragoza uniendo San Cayetano con San Nicolás… y se me ponen los pelos como escarpias. 86 años. ¿Qué cosas, verdad? ¡Qué rápido pasa el tiempo! Por eso tal vez a mí me da por pensar hoy en tanta gente extraordinaria, tantos cofrades, dando lo mejor de sí mismos día a día, año tras año, en esta santa cofradía, para hacerla lo maravillosa que hoy continúa siendo. Será que con esto del cumpleaños me he puesto un poco moñas, no digo yo que no. Pero, qué agradecido me siento de ser un humilde heredero de esos hombres magníficos. Si no lo digo, reviento. Y no es el caso.

A veces pienso cómo serían esos primeros días de cofradía, casi en su prehistoria. Imagino a nuestro primer fundador empeñado en una misión sagrada para él: crear la Piedad, construir un sueño soñado en un Viernes Santo de dos años antes, cuando mientras la mayoría corría huyendo de un bombazo, abandonando a su suerte aquella bella imagen, don Fernando Beltrán, a lo suyo, ya empezaba a intuir una cofradía diferente, con un aire renovado, con personalidad propia, con hombres decididos… y siempre cosido el corazón al manto de esa Madre de mirada doliente con su Hijo en el regazo, que en ese momento de confusión él escoltaba con otros pocos valientes. Lo imagino entrando, dos años más tarde, en el comedor interior del hotel Universo para reunirse con don Clemente Morón, llamado a ser el primer Tesorero. Decidido, con las ideas claras, y acompañado siempre por sus amigos don Luis Peclós, don Mariano Sanvicente, don Luis Sanz, don Carmelo Zaldívar y don Pedro Herrando, su guardia de corps, su gente de confianza, sus hermanos del alma. En ese encuentro, en ese hotel, nació la cofradía. Por cierto, que acabo de nombrarte, sin pensarlo, la primera Junta de Gobierno. ¡Menuda alineación!

Después llegaron los encuentros con don Regino Borobio, que diseñó y se inventó todo lo diseñable e inventable: hábito, capirote, greca para el paso, faroles, mementos… ¡Ah! y hasta el escudo es idea del ilustre arquitecto y hermano de la Piedad, claro. Si de don Fernando fue la primigenia idea de la fundación, a don Regino le debemos el estilo que nos distingue y que nos hace únicos desde ese primer momento. Uno el fondo, el otro la forma. Si se puede decir así. Y una curiosidad, que se me olvidaba: el primer cofrade vestido fue un pequeño muñeco, lo que venía a ser un maniquí, preparado por las hermanas de don Fernando. Lo cuentas ahora, 86 años después, y parece una broma… pero entonces, en 1937, las cosas eran muy serias. Pocas bromas, porque te jugabas la vida. 

Y ya a partir de aquí, todo fue a más y más sujeto al intelecto privilegiado y a la entrega sin horario de muchos hermanos. Y así llegaron las procesiones, vía crucis, el Cristo, el barrio del Boterón, los ejercicios de la Piedad, los folletos, las madres desvalidas, nuestra Caridad, las largas filas de hachas, las doce campanadas, la madrugada, el ruido… pero sobre todo los hermanos de la Piedad. Todos esos cofrades que a lo largo de ochenta y seis maravillosos años hemos vestido su blanca librea, con el alma teñida en blanco y azul, y luciendo con orgullo la cruz bermeja sobre el pecho henchido de amor por Ella: Nuestra Señora de la Piedad, cuya cofradía está hoy feliz en su día. ¡86 tirones de orejas a todos!

Hasta pronto, querido diario.

(Continuará…)

Cofradía de Ntra. Sra. de la Piedad y del Sto. Sepulcro