El día de la Madre

Los cofrades de la Piedad volvieron a reunirse ante su altar como cada Domingo de Pasión para celebrar la Fiesta de la Titular y entregar el obligado donativo destinado a la Secretaría de Caridad

¡Abrid paso, que ya llega
la Madre desfallecida,
con el Hijo en el regazo
y en el corazón la espina!

¡A los balcones el alma
y el corazón de rodillas,
que viene la mejor Madre
rasgada por siete heridas!

Emilio Lalinde (1948)

            
Setecientos hijos se acercaron hasta la sagrada casa de la Madre de la Piedad para estar junto a Ella en su día grande: el de la Fiesta de la Titular. San Cayetano, referencia eterna, los acogió a todos. Niños y grandes, mayores y jóvenes, padres y madres y familias enteras, todos quisimos estar allí otro Domingo de Pasión. Así lo confirmó desde el altar don Luis Antonio: “Ha llegado el gran día”. Así fue. Vimos reencuentros, abrazos, apretones de manos, algunas lágrimas emocionadas también las hubo. De pronto fuimos conscientes, al mirarla como la última vez, como la primera vez, de que mientras buscábamos su mirada el mundo ha seguido girando y ya ha transcurrido día tras día un año entero. El ciclo de la vida, que no se detiene, está marcado para nosotros, sus cofrades, por este día de Nuestra Señora de la Piedad: todo empieza y termina para volver a empezar en San Cayetano, ante su altar, cada Domingo de Pasión. El día grande, el día de la colecta destinada a la Secretaría de Caridad, el día más importante en esta cofradía nuestra. Por eso, todas las miradas, todos los halagos, todos los cariños, todos los agradecimientos fueron para Ella. Viajaron directamente desde nuestros corazones emocionados hasta su altar, desde donde resplandeciente, llena de amor, nos contempla desde siempre la Virgen de la Piedad.

Todo resulta especial en este domingo: la misa concelebrada por don Antero, don Luis Antonio y don Sergio, el aroma purificador del mejor incienso, las voces amigas de la Coral de Marianistas, las ofrendas ante el altar, el recuerdo a quienes nos han dejado… Mientras, desde el coro, casi suspendido en el aire, nos sedujo el canto cálido y puro del tenor Ángel Bailo y las notas del órgano acariciadas una vez más por Ignacio Navarro. Sin olvidar, por supuesto, que la Virgen del Pilar lució durante toda la jornada dominical el manto con el escudo de nuestra cofradía. Aunque lo fundamental, en una mañana presidida por las juntas de Gobierno y Consultiva, el guión y los mementos en los que se inscriben los nombres de quienes nos han precedido al encuentro con la Madre –un recuerdo en este punto para los hermanos fallecidos desde el último Viernes Santo y que son: Miguel Ángel Moliner Tarragó, Fernando Bruned Usón, José Carlos Salcedo Merino, Pedro Antonio Bernad Herrando y Francisco Delgado Izquierdo-, comenzó cuando esa procesión recorrió la iglesia parándose un instante ante cada uno de nosotros. El momento de la verdad para un hermano de la Piedad es justo ese instante. Cuando esa hilera de cofrades desapareció por la puerta de la sacristía, los sacos que portaban contenían 24.000 euros. Una cantidad que se verá reforzada y aumentada en las próximas horas, con las aportaciones de todos aquellos hermanos que no pudieron estar en la Fiesta de la Titular. En el día de la Madre que los cofrades de la Piedad celebramos cada Domingo de Pasión.



Cofradía de Ntra. Sra. de la Piedad y del Sto. Sepulcro