Sábado de Pasión

El Cofrade

Querido diario:

Te cuento que hoy anda la ciudad cofrade bastante alterada, nervuda. Normal. Ayer parecía todo aún demasiado lejano y hoy resulta que, como dicen los agoreros de la santa semana -que los hay-, esto empieza ya a terminarse. ¡Pero si acabamos de llegar! Aunque yo entiendo lo que hay detrás de la frase, mi natural optimista me lleva a sentirme más proclive en todo esto al disfrute que a la autocompasión. Así que madrugo para alargar el día y no perderme nada. Y me solazo en los pequeños detalles de la jornada como el niño que mira su regalo aún empaquetado, retrasando el instante de abrir el envoltorio. Tengo la Semana Santa en las manos, lo sé; pero todavía no me zambullo en ella. Llegará el momento de hacerlo. Pero aún no… De momento este sábado tengo varias citas ineludibles. Por supuesto el pregón vespertino, pero también acudo a San Cayetano a primera hora de la mañana para echar una mano -más bien mi apoyo moral- en las labores oscuras pero necesarias que tienen que ver con el montaje de todo este espectáculo. Admiro a las personas que callada y discretamente entregan su tiempo y su saber y su ingenio y su esfuerzo para que toda esta inmensa fábrica de amor carbure y funcione. Alguien tiene forzosamente  que estar detrás del escenario, entre bambalinas, para que todo luzca. Y a esa gente, buenos cofrades de la Piedad, con nombres y apellidos que yo conozco bien, le dedico desde aquí mi homenaje de sincero y rendido afecto, respeto, reconocimiento, agradecimiento. Ya sé que no es necesario, pero quiero que conste en acta.

Me da por pensar que esto de anunciar lo que está por venir, como se hace hoy en el pregón, es algo que también hacemos, a nuestro modo, en la cofradía de la Piedad. Y si no, ¿qué otra cosa es el cartel que cada año edita la cofradía por estas fechas? Un anuncio, sí. Pero también una convocatoria y, desde luego, una pequeña obra de arte. El cartel lo tiene todo: nos dice el día, la hora, indica el momento y sitúa la escena. Y si además está confeccionado con destreza y oficio y sustentado en una fotografía, dibujo o composición más que destacable, lo que llega a nuestras manos es mucho más que un cartel. Es una obra de arte, insisto. Y en este punto vuelvo a referirme a los cofrades, muchas veces anónimos, que ponen su talento al servicio de la Piedad simplemente por amor. Dando lo mejor de sí mismos, sin pedir nada. Aquí no se trata de lo que la cofradía debe darte, que te da a manos llenas si lo sabes apreciar, sino de lo que tú le das a la cofradía. En esas actitudes personales es donde se basa la auténtica fuerza de la Piedad. Una cofradía sostenida sobre el intelecto y la generosidad y el trabajo de cientos y cientos de cofrades anónimos a lo largo de tantos años.

El cofrade anónimo, ése que procura estar allí donde sabe que se necesita más un hombre que un nombre, el que acude a todas las llamadas sea para un capítulo o para el montaje de la Virgen en su carroza o para sostener un farol en un vía crucis o para realizar visitas en la Secretaría de Caridad o para ayudar en las comidas del Refugio o para ensobrar folletos o simplemente para ser uno más en un capítulo, en la Fiesta de la Titular o en la procesión. Y siempre discreto, atento, servicial, amable, dispuesto. Ese cofrade anónimo es mi ejemplo a seguir. El que admiro. Al que quiero parecerme. Por fortuna en la Piedad hay muchos hermanos que responden al estereotipo que hoy te presento aquí. De hecho, me atrevería a decir que el gran valor de esta cofradía está basado precisamente en estos cofrades tan necesarios como insustituibles. Lo que yo quiero decir lo resumió perfectamente nuestro Hermano Mayor en el folleto de este año: Esta cofradía está llena de hombres que dan lo mejor de su vida para servirla. Siempre, cada día del año, hay alguien haciendo algo por la cofradía. No se descansa nunca, la cofradía está viva todo el año. Yo no diré ni una palabra más. Prefiero bajarme el capirote y seguir caminando junto a la Madre de la Piedad, humilde y calladamente, cada día de lo que me quede de vida. Ese es mi propósito, tal y como me han enseñado desde siempre tantos cofrades anónimos. 

Hasta pronto, querido diario.

(Continuará…)

Cofradía de Ntra. Sra. de la Piedad y del Sto. Sepulcro