Miércoles Santo

El Indulto

Querido diario:

Te cuento que para un cofrade de la Piedad, lo que soy yo, abrir el ojo en la mañana del Miércoles Santo conlleva un dulce despertar, como de relajada sensación a medio camino entre el bienestar y la complacencia… al menos aparentemente. Al principio tú te dices a ti mismo, aún legañoso y satisfecho, algo así como: “Pues mira que salió todo bien ayer…”, mientras entre bostezo y bostezo ya te relames pensando en el humeante café y el esponjoso cruasán. “Y hasta puede que hoy me haga un zumito, que me lo merezco”, piensas orgulloso y decidido. Y así, o por parecidos derroteros, transcurren amablemente los primeros cinco minutos del regreso a la vida de un cofrade de la Piedad en el amanecer del día siguiente a la procesión del traslado del Cristo… hasta que suena en el móvil el pitido de aviso del guasap de la cofradía: ‘BREAKING NEWS. La Piedad ha liberado un preso por intercesión de la Virgen’. ¡Toma ya! Se acabó la calma, se olvidó el café, desapareció el cruasán. ¿Y qué hay del zumito? Pasó a mejor vida. Son todavía las ocho y cinco de la mañana del Miércoles Santo y la maquinaria piadosa vuelve a ponerse en marcha. Esto es un no parar. Y es lógico. Y muy emocionante.

De pronto esa calma dulzona de hace apenas unos minutos ha saltado por los aires ante la magnitud de una noticia que a los cofrades de la Piedad nos ensancha el corazón y nos dispara la alegría. ¡Nos han concedido el indulto solicitado! La cofradía de la Piedad vuelve a sacar a la calle, por intercesión de la Virgen, a un recluso que recuperará la libertad en las próximas horas y hasta es muy posible que esté ante la Madre en la medianoche del Jueves Santo para mirarla a los ojos y agradecerle tantas cosas… Hay pocos momentos en la Piedad tan trascendentes y de tanta importancia humana, como el que estamos viviendo hoy en esta santa casa casi en directo, casi al minuto. ¿Hay algo comparable a la libertad para un ser humano? Nada. Tal vez la propia vida. Pero, ¿la vida sin libertad es vida? 

Eso mismo pensaron los cofrades de la Piedad de principios de los años cincuenta, cuando en una madrugada del Viernes Santo escucharon el lamento de una saeta que descendía desde uno de los balcones de las primeras casas del Boterón. Aquella voz femenina, poderosa en su dolor, desgarradora en su petición, le rogaba a la Virgen intercesión para que un padre recuperase la libertad y volviese a su casa, con su familia. Aquel canto, aquella voz, dejaron honda impresión en la Piedad. Y sus cofrades investigaron por el viejo barrio su procedencia, su realidad. La respuesta, como en tantas otras ocasiones, estaba detrás de las gruesas puertas del monasterio. Efectivamente, las comendadoras de la época conocían a la persona y conocían su historia. Y la verificaron. Aquel canto fue una saeta que se clavó profundo en el alma de la Piedad. Tanto, que puso a uno de los suyos, (don Roberto Gracia y García, que con el tiempo sería Hermano Mayor y con más tiempo Hermano Mayor Honorario) a trabajar en el asunto y a elaborar un estudio profundo en el que se argumentaba un protocolo con el que solicitar al gobierno el indulto de un preso cada Jueves Santo por intercesión de la Virgen. 

La idea prosperó, el deseo se cumplió y los indultos fueron llegando, sucesivamente primero, en los años cincuenta y sesenta, y con más dificultades durante los siguientes veinte años. Hasta que en 1994, cuando siendo Hermano Mayor don Santiago Gonzalo -aquel gigante bueno de corazón teñido en blanco y azul desde su niñez hasta su encuentro con la Madre-, se estableció una conexión magnífica con la institución del Justicia de Aragón, que ha continuado hasta el día de hoy, y cuya titularidad correspondía en aquel momento a don Juan Montserrat Mesanza. Hombre culto, mesurado, cercano, justo y aragonés. Como debe ser un Justicia en esta tierra. También, con su familia, viejo por antiguo cofrade de la Piedad. Y así desde entonces, Jueves Santo tras Jueves Santo, aquel viejo y querido y apasionado anhelo de la cofradía de romper las cadenas, fue cumpliéndose sin apenas interrupciones hasta el año 2019. Cuando el sueño se detuvo… hasta esta mañana. El BOE me dice hoy que un recluso que cumplía condena por delitos contra la salud pública ha recibido la gracia del indulto concedida por el Consejo de Ministros reunido ayer. Pero eso, para un cofrade de la Piedad como lo soy yo, son únicamente palabras. Porque yo y mis hermanos y mi cofradía entera sabemos que si hoy David vuelve a caminar sin ataduras por la calle es en realidad porque Nuestra Señora de la Piedad ha puesto sus dulces ojos en él. Y le ha devuelto la libertad. Gracias, Madre.

Pd: En ocasiones me preguntan para qué sirve ser de la Piedad hoy en día, yo entonces pienso en días como el de hoy, sonrío y sigo mi camino.

Hasta pronto, querido diario.

(Continurá…)

Cofradía de Ntra. Sra. de la Piedad y del Sto. Sepulcro