TODA UNA VIDA DE LA MANO DE LA MADRE

Algunos hablan de casualidad, hoy está muy de moda hablar del karma, pero los cristianos sabemos que no hay nada al azar. Dios forma parte de nuestra vida, nos acompaña en nuestro recorrido y la Providencia actúa, nada es porque sí, como veremos.

En el año 1943 Santiago Laguna recibe el encargo de construir el nuevo seminario para la ciudad de Zaragoza y la diócesis comienza a recoger dinero para poder afrontar la gran obra. Es una época difícil, época de posguerra civil, de hambre y de miseria, pero a pesar de esto, mucha gente, unos con mucho (con lo que costaba construir una habitación para un seminarista) y otros con poco (un ladrillo) el Seminario Conciliar, (seminario en el que yo viví mi etapa de seminarista mayor y donde Luis Antonio fue mi profesor), poco a poco se fue levantando con el esfuerzo y la limosna de las personas e instituciones.

También nuestra cofradía que costeó una habitación donde se colocó una placa con nuestro nombre y el escudo, sobre el marco de la puerta.

Y nada es porque sí, así lo creemos los cristianos, por eso cuando en 1956 Luis Antonio con 14 años decide entrar al seminario, la Madre actuó, y la Providencia hizo que fuera a residir precisamente en la habitación de Nuestra Señora de la Piedad y del Santo Sepulcro. Habitación en la que yo no tuve la suerte de residir ya que pertenecía al seminario menor, pero que si pude ver con orgullo e ilusión en mi etapa de formación sacerdotal.

Con Luis Antonio me unían muchas cosas: nuestro amor a la Virgen de la Piedad, el ser hermanos de número de nuestra Cofradía, nuestra vocación sacerdotal como hermanos en el presbiterio de Zaragoza, nuestra ilusión por la Semana Santa de Zaragoza, por la que tanto luchó y trabajó Luis Antonio, como delegado episcopal para las Cofradías de Semana Santa de Zaragoza, y después como consiliario de la delegación hasta el final de su vida.

Tuve la suerte de ser alumno suyo durante mi carrera de teología y en sus clases veías su gran preocupación por la formación de los cofrades, para que pudieran descubrir a través de las procesiones los instrumentos de la grandeza de la vocación cristiana.

Gracias a él pude colaborar en la creación del curso de nuevos hermanos de la Piedad, en la que como en otras muchas cosas, nuestra cofradía ha sido pionera en la Semana Santa zaragozana.

Recuerdo con gran cariño y una sonrisa su intervención en los cursos, no dejaba indiferente a nadie cuando lanzaba su famosa pregunta a los nuevos hermanos: «Y tú, ¿por qué quieres ser de la Piedad?» Con esa voz enérgica y casi militar, pero recogiendo la respuesta del asustado aspirante con todo el cariño y la fraternidad de hermano y sacerdote, queriendo despertar un sincero deseo de compromiso y de pertenencia a la cofradía.

Fue patente su preocupación por los nuevos hermanos ya que quería que se sintieran acogidos no solo con el cari-no, sino con la importancia por entrar en nuestra cofradía. Fue el creador del Acto de Recepción de los nuevos hermanos, que no existía hasta entonces, para acompañar, cuidar y guiar, para que nadie se sintiera ajeno.

Me atrevo a decir que las cofradías de Zaragoza son, en gran parte, lo que son ahora por la gran labor de años de dedicación, entrega, acompañamiento y gran esfuerzo de Luis Antonio. Luis Antonio tenía siempre su corazón en su cofradía de la Piedad, que le dio su vocación, en la que primero fue hermano, luego vice Capellán Vicedirector, y por último, consiliario.

Su gran amor, después de la diócesis de Zaragoza, en la que ha desempeñado multitud de cargos, fue Nuestra Madre de la Piedad, que lo acogió en sus brazos la primera hora del día 27 de agosto de 2021.

Querido hermano Luis Antonio, disfruta de la compañía de Nuestra Madre, tú que también participas va desde el cielo, junto con tu gran amigo y hermano Antero, de la vida de nuestra amada cofradía de la Piedad.

Sergio Blanco

Consiliario

Cofradía de Ntra. Sra. de la Piedad y del Sto. Sepulcro