Viernes, 29 de septiembre de 2023

El Boceto

Querido diario:

Hoy te cuento que la cofradía ha recibido una donación extraordinaria, un regalo singular que me provoca al mismo tiempo una mezcla de devoción, agradecimiento, admiración y alegría. Resulta que la tataranieta del escultor Antonio Palao conservaba en propiedad un boceto en bronce de aquel otro original de yeso con el que el maestro murciano -¡su tatarabuelo!-, se inspiró para construir la obra magnífica que con el tiempo vino a ser nuestra Piedad. Pilar Palao, a la que ya para siempre le declaro desde aquí mi afecto eterno, se puso en contacto con la Junta de Gobierno en la persona del Hermano Mayor, para trasladarle su deseo de que la pieza -una de las únicas siete que se hicieron en bronce desde aquel otro boceto original de yeso-, pasase a ser propiedad de la cofradía y para ello llegaron a un acuerdo mediante el cual donaba la imagen del boceto de la Piedad a la Piedad. No me detendré en detalles sobre el asunto, porque lo más importante es que ese boceto perfecto, ese bronce sagrado, ya forma parte de nuestro patrimonio. Lo ensancha y, ante todo, lo enriquece. Así que te cuento que en el Lunes de Oración de este mes de septiembre, la pieza fue presentada a todos los hermanos en el altar de la Virgen, en la iglesia de San Cayetano. ¡Qué momento más bonito! Por unos minutos tuvimos el privilegio de contemplar el boceto y la obra finalizada en el mismo espacio. ¡Qué maravilla, qué belleza, qué ilusión, qué bonita es la Piedad! Y viéndolo al detalle, nos muestra la precisión y talento del artista, que ya imprimió en el boceto detalles magníficos que después se reflejaron y constataron con precisión en la obra terminada.

Para celebrar como se merece este acontecimiento, voy a tratar de contarte, querido diario, algunas circunstancias que rodean todo este asunto. Ya sé que no te voy a descubrir nada que no sepas ya, pero bueno… para que quede constancia y porque el saber no ocupa lugar yo aquí te dejo una aproximación rápida al autor, su obra, la imagen y, claro, el bronce que ya descansa en alma de todos los cofrades de la Piedad. Esto es como sigue:


El escultor Palao.
Antonio José Palao Marco nació el 19 de febrero de 1824 en la villa murciana de Yecla y desde los primeros años de vida demostró sus buenas aptitudes hacia las Bellas Artes, particularmente hacia la
escultura, pues siendo niño modeló en barro distintas figurillas entre las que destacaba un grupo de la Pasión del Señor y una imagen de Nuestra Señora de la Soledad copiada de la Virgen de las Angustias, obra de Francisco Salzillo, que se veneraba en la iglesia parroquial de su viIla natal. Muy joven debió trasladarse a Murcia y en esta ciudad cursó sus estudios hasta que en el año 1845 marchó a Valencia para matricularse en la Academia de Bellas Artes dependiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, asistiendo además, como discípulo particular, al estudio del escultor Bernardo Llacer.

Dos años más tarde, en 1847, viajó hasta Madrid para matricularse en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, recibiendo también enseñanzas del escultor José Piquer con el que colaboró en algunos encargos. Su primer triunfo lo alcanzaría en 1849, cuando recibió una medalla de oro por un relieve de Jesús perdonando a la mujer adúltera, hoy desaparecido, presentado en la Exposición del Liceo de Madrid.
Cuando por Decreto Real de 31 de octubre de 1849 se procedió a una reforma radical en la organización de las Academias de Bellas Artes y se creó la nueva Academia de Bellas Artes de la provincia de Zaragoza, heredera de la Real Academia de Bellas Artes de San Luis fundada por Carlos IV en 1792, se dispuso que las plazas de profesores de las Escuelas debían ser cubiertas por oposición y por Real Orden de 14 de abril de 1851 la Reina Isabel 11 nombraba a Antonio Palao catedrático de escultura en la Academia de Zaragoza.
La llegada de Palao a Zaragoza vino a impulsar en esta ciudad el estudio de la escultura y, como catedrático, ingresaba también como miembro de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Luis, correspondiéndole la medalla número 2, en la que sustituía el pintor Narciso Lalana.

Pronto echaría Palao sus raíces en Zaragoza, pues el 19 de mayo de 1852, cuando contaba veintiocho años de edad, contraía matrimonio con doña María Concepción Ortubia, de veinte años, natural y vecina de Zaragoza y parroquiana de la iglesia de San Felipe y Santiago el Menor. Fruto de esta unión fueron sus once hijos, entre los que debemos destacar a Carlos, nacido el 26 de enero de 1857, que llegó a ser también afamado escultor, digno seguidor del taller de su padre.
Pronto se vio Palao favorecido por los primeros encargos artísticos que contribuirían a unirlo más a su patria de adopción y su pertenencia a la Real Academia de Bellas Artes de San Luis le proporcionó a lo
largo de su vida honores y estimación entre todas las clases zaragozanas. Distintas instituciones eclesiásticas, el Ayuntamiento, la Universidad y la Diputación Provincial, fundada pocos años antes, le harán distintos encargos artísticos que desarrolló con gran maestría a lo largo de casi toda su vida, hasta poco antes de su fallecimiento que tuvo lugar en Zaragoza el día 15 de octubre de 1886.
Por lo que respecta a su labor escultórica para la Hermandad de la Sangre de Cristo de Zaragoza debemos recordar que en 1855 talló una imagen de Nuestra Señora de los Dolores y en ese mismo año
comenzó la Cama para transportar procesionalmente el Santo Cristo de la Cama que la Hermandad conserva y venera en la Real Capilla de Santa Isabel de Portugal de Zaragoza (vulgo San Cayetano). Será entre 1862 y 1863 cuando esculpió el paso procesional de la Entrada de Jesús en Jerusalén, destruido por un incendio intencionado en 1935 y por último, en 1871, esculpía la imagen de Nuestra Señora de la Piedad.

La imagen de La Piedad
Aunque desde 1862 la Muy lIustre, Antiquísima y Real Hermandad de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo y Madre de Dios de Misericordia, conocida popularmente como Hermandad de la Sangre de Cristo, tenía el propósito de mandar esculpir un paso procesional con la advocación de La Piedad, que debía completar el Vía Crucis esculturado que representa la procesión del Viernes Santo de Zaragoza, la escasez de recursos impidió a lo largo de varios años este empeñó, que se vio cumplido gracias a la generosidad de doña Ana Falcón y Bravo, viuda de don Enrique Almech y Langarita quien, con fecha 18 de octubre de 1870, comunicaba a la Sangre de Cristo que había encargado al escultor Antonio Palao la talla de una imagen de La Soledad, que representaba a la Madre de Dios al pie de la Cruz con su Hijo en los brazos después del Descendimiento, de la que deseaba hacer donación a la Hermandad. Ponía
como condición que la imagen estuviese siempre expuesta a la veneración de los fieles en uno de los altares de la iglesia de San Cayetano. La Sangre de Cristo, en el capítulo celebrado el día 22 del mismo mes, aceptaba la donación y acordaba testimoniar su agradecimiento a doña Ana Falcón.
El encargo a Palao de la nueva imagen de La Soledad no parece ser ocasional, como tampoco parece serlo el interés y favorable mediación del Mayordomo primero de la Sangre de Cristo, don Manuel García Mostalac -luego felicitado por la Hermandad-, presumiblemente amigo del escultor que, como hemos visto, ya había realizado otras varias obras para el Viernes Santo zaragozano. Por otra parte, debemos recordar que Palao, de niño, ejecutó en su Yeda natal un grupo de la Virgen de las Angustias, copia del que se veneraba en la iglesia de San Francisco de los PP. Escolapios, obra de Francisco Salzillo, imagen que indudablemente tenía muy viva en su retina y en su memoria, por lo que podemos pensar que el escultor propiciara de alguna forma el encargo, precisamente, de esta advocación mariana.

La prensa zaragozana se hizo pronto eco del encargo, pues el día 27 de octubre aparecía en el Diario de Zaragoza, una gacetilla con la siguiente noticia: «La Hermandad de la Sangre de Cristo, consecuente en sus propósitos de introducir innovaciones y mejoras en la solemne procesión del Santo Entierro, ha encomendado la construcción de un paso representando la Caridad (sic), al conocido escultor y profesor de esta Academia de Bellas Artes. don Antonio Palao». Ante la publicación de este texto, con algunos
errores, el 12 de noviembre publicaba el mismo periódico una carta dirigida a su Director por el Mayordomo primero de la Hermandad de la Sangre de Cristo, don Manuel García Mostalac, en la que precisaba cual había sido el proceso del encargo, la mecenas de la obra y la advocación de la misma.
Ejecutada la obra con gran celeridad, el nuevo paso procesional fue bendecido por el titular de la
diócesis, cardenal don Manuel García Gil, en el palacio arzobispal, el Domingo de Ramos 2 de abril de 1871. Esa misma tarde era trasladado a la iglesia de San Cayetano, desde la que saldria procesionalmente, integrado en el Santo Entierro, en la tarde del Viernes Santo. Posteriormente se habilitó para la imagen uno de los altares de la cabecera de la iglesia, el correspondiente al Iado del Evangelio, donde se conserva en la actualidad.

La imagen de Palao para Zaragoza aparece inspirada en la de la Virgen de las Angustias de Yecla, de Salzillo, aunque presentan entre ellas algunas diferencias, destacando la mayor serenidad del grupo de Zaragoza frente al dramatismo de la obra salzillesca. Aparece la Virgen un peñasco, revestida con rica túnica ceñida en la cintura y amplia capa, con capucha que también cubre su cabeza elevada, con los ojos llorosos -con un sereno dolor- clavados en el cielo, implorantes.
Sus brazos se abren impotentes. El cuerpo de Cristo, sobre un paño, aparece sentado en tierra, apoyada
la cabeza sobre la rodilla derecha de la Virgen y manteniendo los brazos caídos. El derecho a lo largo de
su costado -sin el ángel que se lo sostenía en los pasos de Salzillo- y el izquierdo entre los pliegues de
la túnica de su Madre, entre sus piernas. Su cuerpo desnudo solamente se cubre por el paño de castidad.
Sangra abundantemente por la herida del costado. Todo el grupo se coloca sobre un terreno abrupto, tallado en madera al igual que la imagen, sobre el que aparece la cartela con la inscripción Jesús Nazareno, Rey de los Judíos en hebreo, griego y latín, y semitallada la corona de espinas, además de los clavos y las tenazas como símbolos de la Pasión.
El conjunto escultórico fue restaurado y estofado por los hermanos Albareda en 1939, siendo nuevamente restaurado por los mismos artistas en 1%1. Está firmado y fechado en el lado derecho de la peana: A. PALAO. Escultor. 1871.
El día 1 de marzo de 1937, tras los desórdenes ocurridos durante la Semana Santa de Zaragoza de 1935 y la huelga de terceroles o portadores de pasos, fue instituida la Cofradía de Nuestra Señora de la Piedad, primera de las cofradías de la moderna Semana Santa de Zaragoza, quien tomó esta advocación y el encargo del cuidado y culto de la imagen titular, propiedad de la Sangre de Cristo, además de la obligación de su traslado procesional en los diversos actos de la Semana Santa. El resto pertenece ya a la historia de la Semana Santa de Zaragoza.

Pd: Aquí te dejo un enlace en el que podrás ver y escuchar las explicaciones que al respecto de todo este asunto nos ofrece el Hermano Mayor.

Hasta pronto, querido diario.

(Continuará…)

Cofradía de Ntra. Sra. de la Piedad y del Sto. Sepulcro